Por: Luna Eriksen (Cyndaquil de Elizabeth Eriksen, mi entrenadora)

Esto sucedió hace no mucho, pocos meses antes de que mi entrenadora entrase en la Academia pokemon.
Cuando salí del huevo, mi entrenadora, a la cual llamaré Lizzy, parecía muy feliz, me miraba maravillada, aunque ya había combatido con pokemon prestados nunca había tenido uno propio, ahora yo era su pequeña, su compañera, su mejor amiga, y ella decidió nombrarme Luna.
Lizzy ama el color morado y eso se ve reflejado en todas partes, sobre todo en su ropa, normalmente ajustada a su delgado cuerpo y resaltando sus caderas y sus pechos. En ese momento llevaba el pelo por la mitad de la espalda y era de un color rubio oscuro pero sin llegar a ser castaño y que normalmente llevaba recogido en una coleta o una trenza. Ahora es bastante diferente ya que se ha dejado el pelo blanco con las puntas moradas que le ha crecido hasta la cadera y siempre lleva tacones, supongo que las personas cambian, al igual que los pokemon.
Juntas entrenamos en el jardín bajo la mirada asombrada de sus primos y la supervisión de su tía. Era un jardín hermoso con un árbol enorme para dar sombra a un lado y una fila de flores a un lado del mismo lo cual le daba mucho color al lugar, rodeándolo había una valla hecha de piedra para evitar que caigamos por un pequeño barranco, no muy alto por lo que no era un peligro real, que había en uno de los lados.
Peleábamos contra muñecos con diferentes formas de pokemon para aumentar mi fuerza, y porque Lizzy estaba preocupada de que yo saliese herida por su culpa si peleábamos contra pokemon reales.
Al principio ella estaba confundida, pero más confundida estaba yo. Primero me ordenó que atacase con Ascuas, pero yo no conocía ese ataque, ella me explicó que es un ataque que consiste en lanzar pequeñas llamaradas a tu adversario, pero yo no era capaz de hacer eso.
Después de algunos días de frustración usando Placaje en los entrenamientos y buscando en diferentes libros sobre pokemons de tipo fuego sentada el sofá del salon en mientras yo dormía o admiraba a los pequeños pokemon pájaro volar a través de la cristalera, Lizzy encontró la razón de que yo no pudiese llevar a cabo ataques de tipo fuego, simplemente era demasiado joven.
Además, leyendo sobre otros pokemons llamados vulpix leyó que un cyndaquil como yo podía nacer con algunos poderes psíquicos, de modo que lo intenté. Puesto que entrenaba con un muñeco diseñado para recibir ataques físicos el movimiento Paranormal fue devastador y Lizzy se quedo boquiabierta y desde ese momento nos dedicamos a entrenar ese ataque.
Para cuando llegamos a la Academia pokemon yo ya estaba más que preparada para mi primer combate. Y fue un combate emocionante contra un vulpix. Dos muchachos estaban molestando a mi entrenadora y a nuestra nueva amiga, Rachel, la cual me caía muy bien no se porque, tal vez porque tenia un olor muy llamativo, cuando me cabreé de tal manera que mi lomo se encendió como nunca lo había hecho antes y me sentí tentada de atacar a esos dos muchachos tan molestos y maleducados a pesar de que yo sabía que atacar a humanos no estaba bien.
Lizzy empezó un combate contra ellos en el Campo deportivo de la Academia, los cuales sacaron a un vulpix que me miró con altivez, como si se sintiese superior y poderoso como su entrenador, mi ataque Paranormal era tan potente que el vulpix no pudo hacer nada, pero no me sentí mal por derrotarle puesto que tenía una muy mala actitud.
Ese día crecí mucho, y aunque ahora, ya como Quilava, se que me quedan muchos combates por librar, ya sean amistosos o para proteger a mi entrenadora y a mis amigos y amigas, siempre recordaré ese combate ya que me cambió mucho, tanto a mi como a mi entrenadora, ahora ya no soy tan tímida con otros pokemon y disfruto de librar buenos combates junto a Lizzy y mis nuevos amigos y compañeros Rose, Merengue y nuestra nueva adquisición, un Pidgey que aún no tiene nombre y ya me siento impaciente esperando mi siguiente victoria.

Esto sucedió hace no mucho, pocos meses antes de que mi entrenadora entrase en la Academia pokemon.
Cuando salí del huevo, mi entrenadora, a la cual llamaré Lizzy, parecía muy feliz, me miraba maravillada, aunque ya había combatido con pokemon prestados nunca había tenido uno propio, ahora yo era su pequeña, su compañera, su mejor amiga, y ella decidió nombrarme Luna.
Lizzy ama el color morado y eso se ve reflejado en todas partes, sobre todo en su ropa, normalmente ajustada a su delgado cuerpo y resaltando sus caderas y sus pechos. En ese momento llevaba el pelo por la mitad de la espalda y era de un color rubio oscuro pero sin llegar a ser castaño y que normalmente llevaba recogido en una coleta o una trenza. Ahora es bastante diferente ya que se ha dejado el pelo blanco con las puntas moradas que le ha crecido hasta la cadera y siempre lleva tacones, supongo que las personas cambian, al igual que los pokemon.
Juntas entrenamos en el jardín bajo la mirada asombrada de sus primos y la supervisión de su tía. Era un jardín hermoso con un árbol enorme para dar sombra a un lado y una fila de flores a un lado del mismo lo cual le daba mucho color al lugar, rodeándolo había una valla hecha de piedra para evitar que caigamos por un pequeño barranco, no muy alto por lo que no era un peligro real, que había en uno de los lados.
Peleábamos contra muñecos con diferentes formas de pokemon para aumentar mi fuerza, y porque Lizzy estaba preocupada de que yo saliese herida por su culpa si peleábamos contra pokemon reales.
Al principio ella estaba confundida, pero más confundida estaba yo. Primero me ordenó que atacase con Ascuas, pero yo no conocía ese ataque, ella me explicó que es un ataque que consiste en lanzar pequeñas llamaradas a tu adversario, pero yo no era capaz de hacer eso.
Después de algunos días de frustración usando Placaje en los entrenamientos y buscando en diferentes libros sobre pokemons de tipo fuego sentada el sofá del salon en mientras yo dormía o admiraba a los pequeños pokemon pájaro volar a través de la cristalera, Lizzy encontró la razón de que yo no pudiese llevar a cabo ataques de tipo fuego, simplemente era demasiado joven.
Además, leyendo sobre otros pokemons llamados vulpix leyó que un cyndaquil como yo podía nacer con algunos poderes psíquicos, de modo que lo intenté. Puesto que entrenaba con un muñeco diseñado para recibir ataques físicos el movimiento Paranormal fue devastador y Lizzy se quedo boquiabierta y desde ese momento nos dedicamos a entrenar ese ataque.
Para cuando llegamos a la Academia pokemon yo ya estaba más que preparada para mi primer combate. Y fue un combate emocionante contra un vulpix. Dos muchachos estaban molestando a mi entrenadora y a nuestra nueva amiga, Rachel, la cual me caía muy bien no se porque, tal vez porque tenia un olor muy llamativo, cuando me cabreé de tal manera que mi lomo se encendió como nunca lo había hecho antes y me sentí tentada de atacar a esos dos muchachos tan molestos y maleducados a pesar de que yo sabía que atacar a humanos no estaba bien.
Lizzy empezó un combate contra ellos en el Campo deportivo de la Academia, los cuales sacaron a un vulpix que me miró con altivez, como si se sintiese superior y poderoso como su entrenador, mi ataque Paranormal era tan potente que el vulpix no pudo hacer nada, pero no me sentí mal por derrotarle puesto que tenía una muy mala actitud.
Ese día crecí mucho, y aunque ahora, ya como Quilava, se que me quedan muchos combates por librar, ya sean amistosos o para proteger a mi entrenadora y a mis amigos y amigas, siempre recordaré ese combate ya que me cambió mucho, tanto a mi como a mi entrenadora, ahora ya no soy tan tímida con otros pokemon y disfruto de librar buenos combates junto a Lizzy y mis nuevos amigos y compañeros Rose, Merengue y nuestra nueva adquisición, un Pidgey que aún no tiene nombre y ya me siento impaciente esperando mi siguiente victoria.
Comment