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Lamento la demora Anita sensei. Estaba esperando la remodelación de CP(y aclarar una dudita), para dejar mi misión, y aquí está:
Spoiler:
La razón por la que Houndoom quiere atacar, es más que obvia, pero no tengo interés en ella. Ya presentía que esto iba a ocurrir. Con tantos pokemón en el mundo, tarde o temprano la pequeña Bell (así es como decidí llamar mi Eevee) iba a tener que luchar con alguno. Pero no esperaba que esto ocurriese tan pronto.
Si no fuera por el hecho de saber que habrá personas heridas en caso de que yo no haga nada, me retiraría y entrenaría a mi preciosa Pokemón. La decisión que quiero tomar, si bien no es la más ventajosa (no conozco bien como puede luchar Bell y yo sólo cuento con la experiencia de los videojuegos); puede resultar mejor para todos los presentes.
“Espero que estés preparada Bell” –pensé angustioso–.
–Amiguita, necesito que luches –dije a mi ya no tan asustadiza Pokemón, mientras le hacía un ademán para que saliese de la mochila–.
Aún si mi pokemón accediese a luchar. Resultaría dificultoso con tantas personas cerca, un lanzallamas de Houndoom podría matar a cualquiera, o causar un catastrófico incendio. Así que también habrá que pedirles a todos los demás que se retiren, para evitar heridos.
–Bell, no conozco muy bien lo que puedes hacer, ni tampoco tengo excesos de experiencia, pero hay algunos ataques que, de seguro sabes: Comienza con Látigo, luego usa Ataque Arena 2 veces y prosigue con Placaje todo lo que puedas –ordené, entre nervioso y excitado; pues, aunque era una peligrosa situación, siempre había querido tener un combate pokemón real–.
Vengo a postear, Ana dijo que vuelve a abrirlo asi que espero que este bien :G
Spoiler:
Me tomó unos minutos para poder tragar toda la información. Esta era algo pesada y al mismo tiempo molesta, pero no podía dejar que mis emociones se apoderaran de mí. Ya me había comprometido y ahora debía llevar a cabo las cosas.
Ahora debía pensar hacia dónde ir, estaba muy molesto en algunas oportunidades. No solo era importante ir a un buen lugar donde entrenar, sino que también debíamos hacer lazos con mucha gente para poder completar lo que nos proponíamos.
Aquella persona, Lúcido, me contó lo que debía saber y que tenía que responderle. Debía pensar a donde ir y cuál sería mi nuevo alias.
- ¡Arg! ¡Hay veces que me molesta mucho pensar! – prácticamente me grité a mí mismo, mientras continuaba tratando de encontrar lo que mejor me parecía.
A pesar que quería poder entrenar lo más rápido posible, estaba siendo egoísta. Primero debía preocuparme por el pequeño dragón y después debía preocuparme por las demás cosas. Así que el primer destino sería uno en el que se sintiera cómodo. No significa que no vayamos al resto después, cuando mayor entrenamiento tuviéramos mejores seríamos, pero aún así era primordial un lugar donde Dratini estuviera alegre o cómodo.
Las horas comenzaron a pasar porque no podía decidirme en lo absoluto. Aún seguía en ese lugar al igual que Dratini. Bueno al menos el Gyarados había sido derrotado, mis conocimientos de pokémon habían sido de alguna ayuda… Fue entonces cuando se vino a mi mente “Conocimiento de Pokémon”… ¡Eso! Recordé que uno de los que podían ayudarme a entrenar era profesor de una Universidad. Si lograba conseguir las pequeñas consolitas que estaban en mi casa y despertar mis recuerdos dormidos, juntos podríamos hacer teorías que nos ayudarían a mejorar la situación.
[off Rol: Si esto es posible Ana, entonces empieza esta pequeña parte, sino se saltea]
Saqué el celular que Lúcido me había dado. Me fijé en la lista de números para ver si estaba el de él y poder llamarlo. Cuando pude encontrarlo marqué para que pudiera llamarlo. Al atenderme le expliqué que era yo y que había tomado una decisión.
-Voy a ir a Inglaterra, Kenneth Bane, creo que era el nombre… Me gustaría poder llevar mis viejas consolas de los juegos para poder elaborar hipótesis junto con el profesor además del entrenamiento. No solo quiero poder ser más fuerte, sino ayudar a mejorar las situaciones… además de eso, creo que ya puedes anotar mi alias… voy a llamarme “Solem”… sí, eso es todo… adiós – terminé de hablar antes de prepararme para llamar a la siguiente persona.
Luego de esto cambié mi ropa y me preparé para salir del lugar, como no querían hacer escándalo mediático supongo que podría salir sin ningún problema. Traté de ser lo más sigiloso posible al salir, llevando conmigo junto al Dratini, debía nombrarlo, pero aún no se me ocurría algún nombre para darle. Tal vez más tarde lo haría.
Al salir de donde me encontraba, comencé a caminar tratando de poder ubicarme e ir a donde estaba viviendo. Fue más fácil pensarlo que hacerlo, me costó mucho tiempo poder encontrar el lugar donde había vivido hasta la noche anterior… Cuando logré entrar me di cuenta de lo que habían hecho para Lúcido, que había sido buscar toda la ropa que ahora estaba en la maleta que traía. Entonces me puse a buscar, debían estar en algún lado especial.
Luego recordé la vieja caja que guardaba en la parte superior del armario. Supuse que allí estaría todo. Al abrirla muchos recuerdos volvieron a mi mente, recuerdos de mi infancia, recuerdos de mis amistades, recuerdos de momentos muy lindos y otros muy feos. Aún así eran parte de quien era y sin darme cuenta una pequeña lágrima recorrió una de mis mejillas. Busqué por toda la casa un bolso donde pudiera guardar aquellas cosas. Al encontrarlo fui y me llevé todas las pequeñas consolas y el cargador de las respectivas que tenían. En total eran: Un GameBoy Color junto con el Pokémon Azul, Un Gameboy AdvanceSp junto con su cargador y el pokémon Rojo Fuego, Una nintendo DS de primera Generación junto con un cartucho negro que marcaba “R4”. Una mini memoria que entraba en la R4, una vieja Laptop y los cargadores junto con las cosas necesarias ahora se encontraban en el bolso y me dispuse a salir en dirección al aeropuerto.
[Off Rol: bien, aca termina la parte que podes saltear si es que se encuentra el número]
Saqué el celular y marqué el número que tenia para arreglar el vuelo. Esperé a que me atendiera y cuando lo hizo le expliqué quien era, me dijo que ya lo sabía y me pregunto que es lo que haría. Entonces le respondí:
-Voy a ir a Inglaterra, a donde está Kenneth Bane … solo dime cuando voy y a donde, tengo todo listo – Le hablé por el celular.
Respiras, piensas, respondes. Sientes la pesada mirada de un pueblo entero, de su cultura, su pasado y sus esperanzas a futuro cernirse sobre tu cuerpo. Tus palabras brotan inseguras, temerosas de tanta presión, como si fueras un iniciado en la materia. El jefe te vigila de pies a cabeza, tal cual estudiara cada gesto, a ver si tus palabras eran verdad de tu corazón o mentira de tu mente.
Finalmente te detuviste para tomar aire de nuevo, por mucho que trataste de hablar claro cada palabra que decías parecía atropellada por la otra. De inmediato, la meditabunda hija menor del jefe comenzó a traducirles, casi con el mismo ahínco que tu.
Un fuerte murmullo se percibió en toda la aldea, era aquel barullo de ideas que concluían en temor y desconcierto. La hija mayor del jefe mandó a callar, pidiendo orden para que su padre pensara. Todos obedecieron. Por varios segundos sólo se escuchó la selva que los rodeaba, existiendo nada más.
-Ya… pueden volver a sus ranchos –tradujo de nuevo la hija menor, justo después de que su padre lo ordenara.
El mensaje es para ustedes, el jefe les dispone permanecer en sus chozas sin decir nada sobre su proceder. Antes de ser escoltados a sus cuartos, ven como el resto de la aldea vuelve a su normal actividad. La “ceremonia” ha concluido. Los dejan en sus humildes dormitorios, encerrados técnicamente por la vigilancia instituida.
No pasa media hora cuando notas que tu amiga está recogiendo todas sus cosas. Solloza en silencio, mientras de alguna manera entretiene su mente y así no pensar en que deban volver a casa. Ella está destrozada, había movido medio mundo para llegar hasta allí contigo y su profesor. Este también se sentía abatido por la posibilidad latente de ser corridos del lugar. En cambio no comprendes porque no te afliges, parte de tu mente capaz y está demasiado feliz por los Pokémon que no sabe que pensar.
Pasan las horas, aburridos, entre papeles y registros del día hasta caer la noche. Reciben una cena sencilla que, distinto a todos los otros días, no son capaces de disfrutar. Esta espera supera con creces cualquier otra que hayáis pasado. Tratando de sobrellevarlo todo, deciden descansar desde temprano, a ver si un día más les quita algunas ansias.
23/12/2012
Sientes el húmedo beso del ambiente y el aire dulzón, lleno de sereno, te hace estornudar. Así has pasado cada mañana desde tu llegada al Amazonas. Pero hoy era diferente. Un calosfrío te recorre la espalda al sentir una mirada fugitiva sumirse en tu piel. Estás despierto, temes voltearte y encontrar a medio pueblo con pretensiones de matarte.
Puede que tu mente exagere, mas el miedo que siente es real. En un lapso de valor abres los ojos sólo para encontrar a las hijas del jefe observándote con detenimiento. Estas confundido y se te nota en la cara. Ellas se ríen y apartan un poco de tu cuerpo, no sea que te tomes una mala idea de sus intenciones.
-Papa te busca –dice la menor con una inocencia envidiable.
Antes de lo que piensas, te han levantado y obligado a ponerte una bata larga. Por supuesto que no les dirás nada, no quieres más problemas de los que sientes tener. La mayor te toma de la mano mientras su hermana te empuja por la espalda, y así se van hasta llegar frente a la casa del jefe.
No tienes ni la menor idea de que pasa, pero te intimida saberlo. Delante del hogar de las niñas había casi 20 hombres formando un círculo y entre ellos estaba su padre. Sin poder evitarlo terminas dentro de la cerca humana. El jefe habló con voz clara y tú, sin entenderle, miras a sus hijas.
-Dice: He aquí el guerrero de tierras lejanas, que nos enseñará de aquellos que ahora son nuestros dioses en la selva –respondieron al unísono, como si les causara gracia tu confundida mente.
Te señalas, incrédulo. –¿Quienes hay de tierras lejanas…? –razonas con miedo al ver que entre ellos no está tu profesor, ya sabes que eres tú. Ves al jefe, que te sonríe como si fuera una broma. Pero no lo es. En un simple ademan mandó a traer una extraña vasija atada por numerosos trazos de tela.
-Enséñanos –tradujo la hija menor mientras su padre ordenaba quitar el sello de telas.
Ante ti terminan de develar el fruto de la cacería de ayer. Un cuerpo verde oliva, cansado pero intacto, protegido por un fuerte caparazón. Aquel pequeño brote de la naturaleza corría de un lado al otro, huyendo de cada humano que veía. No trataba de atacarlos, mas quería, al igual que tú, dejarse de sentir acosado. Lo reconoces en el acto, casi gritando: ¡Es un Turtwig!
Los presentes parecen alegrarse y empiezan a animarte a ver si les das explicaciones. No hay duda, quieren que les enseñes a domarlos. Piensa bien que vas a hacer, puedes describir mucho pero no des rodeos a la hora de hablarles a los nativos. Prepárate para preguntas como: ¿Se puede comer? ¿Cómo sabemos si eso nos quiere comer? ¿Hace algo más que sólo correr y huir? ¿Parece una tortuga, hace lo mismo que una tortuga? ¿Cómo hacemos que nos ayude? ¿Es inteligente?
Recuerda, además, que no hablas su lengua por lo que debes usar un español básico para que las hijas del jefe lo traduzcan
Tomé al Turwig entre mis brazos para demostrar cuan inofensivo es, incluso a mi me sorprendió tenerlo junto a mi era calmado y al parecer le agradaba ya que no me mordió, aunque quizá solo esté asustado.
Lo primero que tienen que entender - empecé a decir - es que muchos de ellos no son lo que aparentan.
Este parece una tortuga, pero su cuerpo es como una planta y su caparazón está hecho de tierra.
Las hojas de su cabeza le ayudan a crecer pero necesita del sol, agua y alimentos necesarios como cualquiero otra planta que conozcan.
El es pequeño ya que es solo un niño pero al igual que nosotros suelen crecer y cambiar con el tiempo. Cada uno de ellos es distinto, tienen poder, pero la mayoría no sabe usarlo y por eso pueden lastimarnos. Si quieren aprender a vivir junto a ellos primero aprendan a cuidarlos, ellos al igual que la naturaleza son agradecido con los que los cuidan y protegen y podrían luego cuidarnos y protegernos a nosotros. Ellos comen, duermen, crecen, se reproducen, viven y mueren pero de una manera distinta a nosotros.
Coloque al Turwig en el suelo, este no se separo de mis piernas lo cual causo mas sorpresa entre los que me veían.
Tomen en cuenta que al igual que ellos son extraños para nosotros nosotros también somos extraños para ellos -les dije - debemos ganarnos la confianza entre nosotros. Si los atacamos es probable que se defiendan.
Si quieren cuidar a una de estas criaturas debemos alimentarlas, ayudarlas a crecer y enseñarles al igual como lo hacemos con los niños. Todos tienen un poder sorprendente pero no todos saben usarlo, nosotros debemos enseñarles y entonces lo usaran en nuestro beneficio. Es algo que lleva tiempo pero que todos podemos hacer.
Hice lo mejor que pude para explicarles, no sabia si habían entendido el mensaje. es muy difícil explicar algo sin entenderlo completamente.
Villancicos, cenas y gente de compras es el panorama actual del planeta, donde sin importar si se celebra la Noche Buena u otras fiestas, todo parece corriente. Mas algo que medio mundo debe estarse preguntando es… ¿Qué tan normales serán estas fiestas con la aparición de estos nuevos “Pokémon”? –se escucha en la televisión plasma, mientras mi Rotom ayudante busca en el directorio el número de mi dentista…
Conforme al tiempo de las misiones las he vuelto a dividir por días XD Perdonen la tardanza… los semestrales me comieron mucho tiempo y luego un dolor de dientes que bueno, quien sabe como lo pueda solucionar. Sin embargo ¡aquí estamos! A días del verdadero 2012 XD
22/12/2012
Silvano:
Spoiler:
Tus palabras parecían hacer eco en los más profundos lindares de la selva, como un murmullo quieto tratando de ser comprendido a la primera. Los nativos a tu alrededor se veían un tanto confundidos con tanta charla, pero comprendieron que estos Pokémon eran como animales, que bien podrían ayudar como destruir.
Un silencio largo precedió tu discurso aunque fuiste salvado por las hijas del jefe, que rápidamente pensaron en un plan para ayudarte. Sin más ni menos le pidieron a todos los presentes algo de paciencia y comprensión para el mundo. Que aquellos que tuvieran que cazar, se mantuvieran cerca de la aldea y quien viera a alguna nueva criatura, tuviera el cuidado pertinente. Que mantuvieran al tanto a sus esposas e hijos, que el sigilo se mezcle con la calma para salir adelante en este tiempo.
A tus pies continuaba la pequeña presa, aun temerosa por todo lo que ocurría a su alrededor. Sin duda sólo estaba confundido con tantas personas tratando de dominarlo. Puede que sus nervios le traicionaran a la hora de escapar, razón por la que terminó cazado por la aldea. Parecía tranquilo en cuanto pudo, al igual que tu, estar a distancia prudente de todos sus captores. Con cuidado pruebas su confianza, tratando de acariciarle las hojas de la cabeza. Se veía calmado, más que nada al ver que todos se estaban retirando.
Allí pudiste escuchar las risas sinceras de las hijas del jefe, que creían estaban olvidadas por ti. Para ser dos muchachitas eran bastante avispadas. Calmaron a los presentes y lograron que se fueran cada uno a sus quehaceres. Sin duda alguna ambas eran familia del jefe. Este también parece contento con ellas, pero parece un tanto más interesado por saber que harás con la criatura.
-Y esa tortuga… ¿Qué harás? –pidió que le tradujeran sus hijas.
Vamos, ni tú lo habías pensado bien. El pequeño se veía interesante pero la duda aun invade tu cabeza ¿Qué harás con él? Podrías quedártelo en secreto o mostrárselo a tu profesor y a tu compañera, también podrías dejárselo al jefe de la aldea o sus hijas, hasta podrías dejarle libre de nuevo. Tú decides.
23/12/2012
Ariel:
Spoiler:
Ingenioso logras armar un improvisado trampolín para salvar al huevo. Gracias al cielo estuviste a tiempo para cuando el perverso gato había tirado su bomba. Pudiste salvarlo de a poco, pues la tela se rompió cuando tomaste el huevo entre tus manos. Jadeante abrazas al indefenso para protegerlo.
Respirando aliviado te dejas sorprender por una luz suave que envuelve al cascarón mientras se rompe. Sin darte cuenta, una nueva vida ha surgido entre tus manos y una tierna, preciosa y salvaje Vullaby te mira incrédula. En lugar de atacarte, se arrima a tu cuerpo correspondiendo tu abrazo como si fueras un familiar suyo.
El gato los mira desde el árbol. Parece perturbado, no sabes el porqué hasta que lo escuchas ñarrear de dolor. Una imponente ave oscura, de porte maternal y largas alas estaba atacando al Purrloin. Más rápido que ligero salió corriendo lejos. Sin embargo aquel Pokémon ave no se quedó quieto. En cuanto pudo le atacó con un Pulso Oscuro.
Anonadado ves la escena desde el suelo, aun abrazando al pichuelo. Una frívola mirada se posó sobre ambos. Antes de lo pensado tenías al frente a la madre del pequeño. Estático posas tu mirada en sus ojos, con terror respiras lentamente. No puedes moverte ni soltar al huevo.
Con cuidado fueron observando cada centímetro de tu ser, casi escaneándote con unos ojos sagaces y un instinto de protección. Luego de un minuto de estudio se aleja de ti, no sin antes darte un golpecito suave en la cabeza como si jugara. Luego se retira hasta su nido olvidándose de ti.
Es muy extraño pero parece estar convencida de que contigo su cría está segura. Aun sorprendido, miras a la no tan pequeña ave regodeándose contigo. Le acaricias con cuidado sin saber qué hacer ¿Qué decides? ¿Vuelves a casa con la avecilla o tratas de devolverla al nido de su madre? Piénsalo bien.
Néstor:
Spoiler:
Sientes tararear en tu mente una melodía pegajosa, que desde tiempos inmemoriales había cautivado a tantos como pudieran oírla. Es la clásica tonada de batalla, invariable por generaciones, la que se oía en tu mente.
Las personas a tu alrededor se retiraron cuanto pudieron, algo les indicaba que lo que pasaría sería épico. Incluso tu rival lo presentía pues en lugar de atacar dio un paso atrás y soltó un par de brasas al aire, tratando de demostrar su valía.
Pides a Bell que salga de su escondite, las instrucciones son claras, tu confianza titila entre creer y esperar. Ella te obedece de inmediato, no sabes si por su proceder o porque se lo pides. Es curioso, no tiembla cómo pudiste creer ni busca huir, abandonar la batalla. Ella sigue allí, esperando el momento propicio para empezar.
Un millar de quedos susurros se tornó exaltación al verla abandonar su refugio. Más de uno sabe lo que podría pasar y, ayudando a tu causa, parecen controlar a la multitud. La espera ha terminado.
50 PS Bell usa Látigo: 15 % de Probabilidad. La defensa del rival Houndour ha bajado.
45 PS Houndour usa Ascuas: 38% de Probabilidad. 15 PS de Daño para Bell
35 PS Bell usa Látigo: 92% de Probabilidad. La defensa del rival Houndour ha bajado
45 PS Houndour usa Mordisco: 35% de Probabilidad. 12 PS de Daño para Bell
23 PS Bell usa Ataque Arena: 56% de Probabilidad. La precisión de Houndour ha bajado.
45 PS Houndour usa Ascuas: 67% de Probabilidad. El ataque falló.
23 PS Bell usa Ataque Arena: 3% de Probabilidad. La precisión de Houndour ha bajado.
45 PS Houndour usa Malicioso: 76% de Probabilidad. La precisión de Bell ha bajado.
23 PS Bell usa Placaje: 60% de Probabilidad. 30 PS de Daño para Houndour.
15 PS Houndour usa Mordisco: 63% de Probabilidad. 20 PS de Daño para Bell.
3 PS Bell retrocede.
Tu pequeña está demasiado cansada, odias verla así de jadeante y desgastada aunque en el fondo arde tu orgullo por saber lo fuerte que puede ser. En momentos parecía dudar frente al Houndour pero no se detenía en el ataque. Quizás si fuera más ofensiva tu estrategia ella no estaría tan lastimada.
Tu rival era digno y la batalla fue muy justa, simplemente la victoria no parecía sonreírte a ti. A punto de que Houndour diera el golpe de gracia para terminar su victoria pareció actuar la iniquidad asegurada. Cuatro guardias de seguridad se habían apersonado al área del disturbio y con extintores en mano se disponían a deshacer las llamaradas que había dejado el Pokémon.
Mas no tuvieron el valor de apagar el fuego sino la osadía de atacar al cánido honrado e infernal. Bañado en espuma salió corriendo, débil y asustado, de la batalla. No tuviste tiempo ni de gritar ni de detenerlos, sólo de acercarte a tu pequeña Bell abrazándola con cariño.
Tiernamente la recostaste de tu pecho, sintiendo los veloces latidos de su corazón que aun esperaban el término de la batalla. Se veía maltrecha pero no herida, sólo quemaduras leves y el cansancio que la mantenían exaltada. Eufórico la felicitas y acaricias con suavidad para no lastimarla. Ha dado lo mejor y aunque miedosa no se acobardó cuando creíste que la atacaría el pánico.
Prometiéndole los mejores cuidados, decides levantarte para volver a casa, haciendo caso nulo al resto del mundo. Cuando lo notaste una minoría te aplaudía con alegría y emoción, aunque los demás te veían con algo de terror. Asumes que esa cantidad sabía lo que estaba pasando de verdad. Con una gran felicidad piensas caminar hasta donde están ellos celebrándote cuando una visión más terrible que todo lo anterior apareció ante ti.
Sudoroso sientes como es tu corazón el que ahora late a mil, flaqueando tus piernas te has detenido. Con la tierna criatura acurrucándose entre tus brazos y tu pecho, temes frente a lo único que podría detenerte. Una dama de época atrapada en el presente, hermosa y familiar como sólo tú podrías comprenderlo y, claro está, tu padre antes que tu.
Algo nerviosa encamina su marcha hacia ti, hasta tenerte frente a frente con el animalito entre los brazos. Ya no te quedan dudas de quien es, tu mismísima madre ha visto todo lo que pasó. ¡Reacciona! ¡¿Qué harás?! ¡¿Dirás toda la verdad, tratando de explicar todo lo mejor posible o prefieres huir, retirarte del lugar lo más pronto posible?! ¡Piensa rápido, ella sigue incrédula frente a ti!
Taciturno, sientes como retumba en tus oídos el sonoro rastro de las aves de acero. Casi como un sueño te recuestas de un asiento rígido, apretando con suavidad la cálida carga que llevas en tus brazos.
Entre el sueño y la vigilia recuerdas como el gran Don Trieto te había propuesto unas pequeñas vacaciones. El regreso a tu casa, el cuidado de Harry, el armado de las maletas, todo desde ese momento te pareció un espejismo veloz. Si acaso ahora, que estabas esperando el avión, pudiste sentir como el tiempo se tomaba el cuidado de tornarse largo para ti.
En tu regazo, abrazado por tu abrigo, llevas al pequeño Torchic. Muy cerca, tus maletas, en los bolsillos tus documentos. Te parecía extraño llevar al Pokémon tan campante por allí, pero no tenías muchas opciones; te era imposible imaginar al pequeño encerrado en una maleta y rodeado por el resto del equipaje en el avión. Mas que eso, lograste conseguir una mochila pequeña, como bolso de mano, para llevarlo en el vuelo.
A pesar de tus cuidados a la hora de viajar con Harry, fue realmente un hecho de que no dejarías que se escondiera mientras esperabas el retrasado vuelo. En plena sala de espera, una curiosa tensión sobrelleva a la mayoría. Los presentes estaban de pie, formando un extraño circulo en torno a tres focos o mejor dicho personas.
Una chica bastante radiante, con el cabello largo y rubio, maquillaje algo cargado y maletas rosadas, traía un vestido corto color salmón, pantalones blancos capri y abrigo naranja. Más de todo lo que traía, lo que más resaltaba era el dueño del pelaje que traía sobre los hombros. Recostado del cuello de aquella muchacha, estaba la más hermosa y carmesí de las pieles que antes pudieras ver. Seis colas de cálido sentir en aquella cánida criatura era suficiente para alejar a varios. Pocos pudieran descifrar que era un Vulpix lo que tenía la muchacha rodeando su cuello, para ellos era un animal y quién sabe si peligroso.
Otro de los focos era un joven adulto, con sudadera violeta, jeans negros y una sola bolsa como equipaje. Tenía la tez pálida y el cabello negro, lacio, unos cascos en los oídos y una bufanda en el regazo. Parecía más complacido de aprovechar el espacio vacío que asustado por el Pokémon de la chica. Y sí, el último es el joven con un pollito candente entre sus brazos.
Pensar en tanta gente huyendo de tu presencia es perturbador, pero calmante. No tendrías a nadie molestando al pequeño Harry ni preguntando nada. Por fin un instante de paz tras varias horas de agitación. Quién diría que el retraso de un avión te ayudaría tanto. Sin embargo, me temo que tu paz no duraría demasiado.
Cuando menos te lo esperabas una templada respiración y un par de mechones áureos estaban sobre tu rostro. Al borde del grito te incorporas, parándote en el acto. Ella reía emocionada, se había escurrido tras tu asiento y acercado a tu rostro por detrás. Se veía feliz de haberte asustado, al igual que el pícaro Vulpix que tenía sobre el cuello. Harry, igual de asustado, se había puesto en guardia. Si no hubiera notado que era una humana lo que les atacaba, de seguro habría lanzado una llamarada.
-¡Hola! –dijo luego de desternillarse de la risa -¡Esta precioso tu chiky! ¿Es un Pokémon, no? Yo también tengo uno, de los más elegantes en existencia.
Su voz era risueña, sus gestos animados. Era como un sol o una explosión de alegría ferviente frente a ti. Le dices que sí con algo de miedo, su actitud alocada te intimida.
-Hehe, podría jurar que vas a Redmond, Washington y pues, si no vas, que sepas que ¡yo voy para allá! –te susurró antes de casi gritarte –¡Soy Hilary Tessey! ¡Y probablemente sea la más hermosa entrenadora Pokémon de este lado del país! Y si no es así, seré la más genial o quizá la más elegante.
En tu mente resuena que seguro es la más loca. Sin duda sientes curiosidad por como se ha llamado a sí misma. Entrenador. Puede que tu también lo seas. Ella admira tu silencio, tratando de mantenerse tan callada como tú.
Te sientes observado y no parece que el avión vaya a llegar pronto, aun así si ella toma el mismo vuelo que tu quien sabe cuánto tendrías que aguantar su alegría extrema. Es tu decisión, puedes seguirle el juego y presentarte. Pero también puedes disculparte e ir cerca del joven de negro, se ve que es callado y te dará un rato más de paz.
Bonus:
Sea lo que sea que elijas, verás cómo llega un cuarto muchacho, atareado y sudando. De seguro creía que había perdido su vuelo. No es muy alto, trae gafas y una maleta normal, con un estuche de laptop bajo el brazo. Tiene pantalón de vestir, una camisa blanca y cazadora, parece un ejecutivo demasiado joven. Aunque no es lo que más llama la atención. A su vera, cargando su equipaje, estaba un gladiador del trueno, con el símbolo del relámpago en todo su cuerpo.
No hizo de entrar al círculo rodeado de personas cuando su Electabuzz amigo perdió el control. Sin escuchar la débil voz de su compañero, ha soltado la maleta con enojo. Respirando a bocanadas y con los ojos en blanco se veía enloquecer en presencia de los tres jóvenes, especialmente con el Vulpix de Hilary.
Velozmente arremete contra ellos, en una batalla improvisada. La chica esta super nerviosa y no parece estar segura de que ordenarle a su Pokémon. El otro muchacho se ha levantado también, no sabes si para ayudar o huir. Pero sólo te controlas a ti ¿Tratas de ayudar o prefieres retirarte del camino? El Pokémon eléctrico tampoco parece muy feliz con Harry… Torchic
Nombre: Harry
Género: ♂
Lvl.: 15
Nat: Ingenua
Habilidad: Impulso
Ataques:
• Arañazo. 35/35
• Ascuas. 25/25
• Gruñido. 40/40
• Foco Energía. 30/30
Damián:
Spoiler:
Centenares de luces épicas titilan a tu alrededor, un carnaval de sentimientos te envuelve mientras la espera te consume. El sereno de la noche se arremolina en aquel diván, elegante, de cuero carmesí, clavado en el centro de una recepción al aire libre. Muebles de teca, palmeras en potes de arcilla decorada y asientos de cuero como el tuyo son parte de ese paisaje.
Una curiosa presencia te cala parte del pensamiento, pero no te preocupa en nada, lo intuyes todo con claridad y aunque sea un tanto raro te da tranquilidad. Él te tiene vigilado y tú lo vigilas a él. Ya han pasado por mucho, no podías dejarle encerrado ni aunque quisieras.
La velada pasa lenta y aun no es la hora esperada. Quizás te adelantaste un poco pero querías estar presente para cuando llegara la dama. El tiempo sigue su camino, revisas tu reloj varias veces, tratando de cerciorarte de las horas. Los minutos pasaron pero ella no pasó. Resignado, te levantaste y caminaste hasta el restaurante del hotel. Taciturno, puedes sentir como Abra se ha teletransportado cuando te moviste. Es algo grosero y orgulloso, pero es obediente, no se ha aparecido ante ninguna persona ni causado estragos.
Recién llegas al podio de meseros, cuando una visión de anhelo se posa sobre ti. Al fondo del salón, solitaria mesa, en el borde del barandal que divide el restaurante del área de la piscina, estaba una dama paseando la mirada por toda entrada posible. Su ennegrecido pelo, con ondas de seda y un broche de plata, caía en parte sobre su traje blanco, que ataviado de flores negras le daban un aire de fiesta y luto. Su piel morena y sus ojos preocupados, esa zozobra innata que traía impregnada en cada facción de su cara, te hicieron reconocerla de inmediato.
Finalmente recuerdas su nombre, se llama Ana y busca desesperada en cada rincón esperando verte llegar. Por fin te encuentra y un extraño brillo en sus ojos fue lo primero que viste cambiar. De pronto su cara mostró una sonrisa de alivio y con las manos hacía desesperadas señales para que la vieras. Algo confundido bordeas varias mesas del restaurante hasta llegar a la suya. Un rápido vistazo te deja admirar la piscina brillando ante tantas luces.
Ella suspira y no consigue manera de hablar, puede que te creyera muerto. Le saludas con un beso suave, para demostrarle que estás vivo de verdad pero que en parte no confías demasiado en ella. Incluso llegó un mesero a dejarles la carta y ella aun no podía reaccionar. Pasaron un momento en silencio, hasta que pudo articular un “lo siento”.
Con las lágrimas a flor de piel, relató cada detalle de esa noche, madrugada y tarde sin saber siquiera lo que pasaba, además del tiempo que estuvo buscándote. Que aquellos que los amedrentaron y de alguna manera te mandaron lejos, fueron recogidos por la policía aunque ella duda que se mantengan mucho rato retenidos. También que entre ella y el bar tender te buscaron por la discoteca, sin resultado alguno.
Fue extraño, pensar que en un momento no podía hablar y al siguiente no podías detenerla. Sólo la llegada de su cena aminoró parte de su charla. Pensabas por lo menos preguntarle un par de cosas, pero su manera de confesarse te ahorraba las preguntas. En cuanto pudiste, preguntaste porque ella era el blanco de ese grupo de gente sin vida propia.
<<-Creo… que nunca te expliqué bien porque ellos la tienen conmigo… -comenzó lentamente –Yo estudio en la Universidad Tecnológica de Panamá y se me dan bien las ciencias, llegó un momento donde los profesores me recomendaban como tutora personal de algunos alumnos a quienes les costaba bastante. Resulta que en mi suerte tuve que enseñarle al hijo de una persona peligrosamente influyente en Panamá, alguien que su fortuna está basada en drogas, estafas y mentiras, que no puede comprar la inteligencia de su descendencia. El joven mejoró bastante, pero aun recuperado su promedio en la universidad seguía pidiendo mi ayuda. Al final parecía enamorado de mi… yo no le dije que no, hasta el día en que me presentó a unos compañeros de la high como si fuera su novia. Allí mismo, en frente de ellos lo frené y les dije que sólo era su tutora, que había ido porque según él alguno necesitaba mi ayuda. Desde ese momento se ha vuelto un loco, mandando flores, chocolates y hasta lencería, pero he sido firme diciendo que no me interesa para nada. Luego de un par de meses se cansó y empezó a acosarme con los esbirros de su padre… llegó un punto donde debía acompañarme de dos amigos para llegar a la universidad a salvo… ha sido un año difícil para mí y cuando al fin creo que puedo pasar una noche fuera, les veo llegar y arruinarme no sólo la velada sino los próximos días… >>
En parte te conduele escucharla, más que nada por el sentimiento que aplicaba a cada palabra. Te levantaste hasta donde estaba ella para darle un abrazo, cuando un punzante shock se clava en tu cabeza. La dama te mira con miedo, estas de pie, paralizado y con los ojos desorbitados. Pánico, eso sientes aunque nada te este amenazando a ti.
Reaccionaste de inmediato, no eres tu quien lo presiente ¡es Abra! ¡Es una alarma que ha dejado en tu mente! Algo recuperado te disculpas con Ana y a traspiés sales del restaurante hasta la piscina, donde primero te llevó el pensamiento. La sensación de pánico se desvaneció lentamente al acercarte a tu compañero, como si tu presencia le calmara.
Ya no se esconde, esta justo en medio del adoquinado piso donde reposan sillas reclinables, tablones y luces de navidad entre las palmeras. Sentado, con la mente en guardia, hace un ademán para que te quedes donde estas… a varios metros de él. No comprendes lo que pasa pero confías en lo que hace, ya te salvó la vida tres veces.
Algo en tu interior logró que te serenaras. Recordaste el entrenamiento que tuvieron y como al final pudiste notar lo poco que falta para que tu compañero se vuelva aún más fuerte. Puede que no percibas lo mismo que Abra, pero en serio algo en la oscuridad aparente de esa lujosa piscina te hacía temblar.
-¡Abraaa! –escuchaste decir finalmente, antes que tu compañero lanzara un ataque de Poder Oculto a casi toda el área de la piscina.
Cientos de bolas de energía con reflejos sepia se esparcieron por el lugar. Sorprendido ves como unas cuantas dieron golpes secos entre los matorrales. Estos se siguieron moviendo hasta que una esbelta, letal y elegante figura se apareció saltando de ellos.
Mortífera se paró erguida en medio del lugar, a sólo tres diminutos metros de Abra. Con su pelaje blanco platinado y su tez oscura al igual que sus garras, su delgado cuerpo y sus filos en la frente y en la cola sólo eran garantía de lo que expresaba su presencia. Desastre. Una Absol hecha y derecha era lo que los retaba a su perdición.
Palideciste, al igual que Abra cuando presintió a un Pokémon siniestro tan cerca del lugar. Con algo de sobresalto miraste a tu compañero, tratando de averiguar qué es lo mejor. Ni siquiera te mira, pero comprende tu preocupación y da rienda suelta al resultado de tu esfuerzo.
Abra se ha puesto de pie suspirando. Una blanquecina luz le envuelve de pies a cabeza ante el asombro de su rival y, por supuesto, del tuyo. Paulatinamente su cuerpo cambió bajo ese telón de energía blanca, resurgiendo desde sus ancestros una cola estilizada, hombreras y un par de bigotes, además de la clásica cuchara de telequinesis. Una estrella roja se dibujó sobre su frente y hendeduras de igual tono sobre su estomago. Imponente, abrió sus ojos al mundo que lo rodeaba, no sin dejar de sentirlo todo con su poder mental. Incrédulo admiras el milagro de la evolución Pokémon.
Una seductora y peligrosa mirada de tu rival, casi como una burla, fue lo único que les hizo dudar a partir de allí. El Absol dio un par de pasos al frente, grácil y certero, buscaba acercarse a tu compañero antes de que pudieras reaccionar.
-¡Alto! ¡Detente! –escuchaste gritar tras de ti, es aquella dama que dejaste en plena cena -¡Te lo ruego! ¡Confía en mí!
Tú decides. Puedes hacerle caso y ni siquiera pensar en atacar, o puedes ignorar sus ruegos y disponerte a empezar la batalla.
23/12/2012
Un último repaso a tus ordenes y ya tenías a tu compañero trepando hasta tu habitación. Con una larga respiración te dispones a entrar en tu casa y tolerar todos y cada uno de los avisos de tus padres. Que habían llegado antes, preocupados no sabían dónde estabas, que grande el susto que les hiciste pasar y demás. Al borde del colapso, aguantas un tanto más las palabras de tus padres, de cómo te quedas sin internet ni televisión por una semana y otras cosas que deberás hacer en la casa.
Cuando al fin terminaron su discurso, les dijiste con calma que estabas en el parque cercano, que fuisteis a meditar porque en casa no podías con tantas tentadoras cosas que hacer. Ellos no dijeron casi nada luego de eso, les preocupasteis y debiste decirles donde estarías. Con más paciencia aun, le dices que pasaras la mañana del 24 en el mismo parque, ya que no te dejarían nada en casa para entretenerte.
Tu madre lo niega de inmediato, pero tu padre lo acepta, ella teme por tu salud física, tu padre por la mental. Claro que ambos piensan en tu seguridad por lo que te han dado horas para llamarlos, obligándote a poner la alarma de tu celular para que los llames. Estas advertido, si no llamas a esas horas a alguno de los dos para decir que estas bien, sí que te meterán dentro de una jaula de oro.
Con algo de tranquilidad y sorpresa te brindan cena. Es raro que siempre, sin importar lo que pase, tus padres estarán allí más que preocupados por ti. Comes resumidamente para tener excusa a la hora de llevar frutas a tu cuarto. Todo sale mejor de lo que pensaste, ya estabas dentro, Hiko también, podrías salir mañana al parque y tenías comida para tu compañero.
Esta tranquilidad relativa te sentaba bien, al fin podrías cuidar de aquel que te salvo la vida hacia poco. Aun cuando el pequeño no lo recordara como un hecho trascendental, estaba contento de tener tu compañía y cuidados. Con atención le armaste una cálida cama en tu ropero, dejando al cansado monito acurrucado de verdad. Una vez dormido tu compañero, decides descansar también, sin duda alguna había sido un día agotador…
24/12/2012
“Martín Elcano” piensas justo después de colgar una llamada a tu madre para que sepa que estas bien, sentado en una banca del parque cercano. Claro, que sin mencionar que luego de ellos irse de casa, saqueaste parte del refrigerador para comer, ni que estabas acompañado de tu salvador y menos que esperabas la llegada de un posible maestro.
El tiempo corría y ni rastro del viejecito. Ahora que lo piensas, nunca hablaron de horas ni lugares para reencontrarse. Suspiras con desgano, mientras Hiko parece imitarte en cada movimiento. Lo notas y le sonríes, el pequeño no puede evitar sonrojarse. Es divertido verlo, no, simplemente saber que está allí es genial.
-¡Oh! ¡Qué guapura, que lindura! –escuchaste decir cerca de ti -¡A ese precioso monito! ¡¿Dónde lo has conseguido?!
Volteas con mucho susto, al ser infantil y juguetona la voz que les habla. A medio metro de la banca, saltaba sin remedio una joven sin duda mayor que tu, que trataba de aparentar menos. Vestía igual que uno de los personajes de Vocaloid, de falda corta, camisa larga, tonos turquesa y negro, además de llevar el cabello evidentemente tinturado.
A sus pies una tierna criaturilla azul, con orejas largas y diseños blancos, circulares, copiaba cada uno de sus movimientos. Su ovalado cuerpo, erguido sobre unas diminutas patitas, y su cola una adorable bola de pelos azulados. Era un Azumarill bastante animado.
Instintivamente te subiste por completo en la banca, tratando de alejarte de la sorpresiva muchacha. Hiko se puso en guardia buscando defenderte a toda costa. Pero aquella chica parecía más interesada en él que en ti. Juntando sus manos parecía investigar con la vista todos y cada uno de los ángulos del Chimchar. Cuando notaste la falta de peligro, tomaste a Hiko en brazos y buscaste alejarte de la cosplayer.
-¡¡¡Hey no te vayas!!! –te gritó aunque estabas bien cerca de ella -¡Soy Ino y por lo que veo tu también tienes un Pokémon a tu lado!
La reina de lo obvio te siguió aunque trataste de retirarte de su vista, Hiko estaba bastante nervioso y quién reparaba en que podría mantenerse en orden con tanta presión. Incluso tú te sentías incómodo con su presencia, algo en ella te molestaba aunque no sabrías describir que es.
Con cara de reproche ordenó a su Azumarill cortarles el paso con burbujas, en tanto ella corría y se adelantaba a su camino. Una vez frente a ustedes gritó: -¡Soy la entrenadora Pokémon Ino y los reto a una batalla!
Sorprendido le miras con una cara de completo shock. Te ha desafiado a una batalla y en parte no sabes que hacer. Mas antes de decir algo, una familiar y apagada voz resonó a tu lado, con un japonés burdo pero claro: -¿Por qué esta hermosa señorita quiere pelear? ¿Vale lo mismo la batalla de este buen mozo que la mía?
Con gran alivio, ves la silueta de un anciano moreno cerca de ti. El señor Elcano, tu maestro o sensei estaba allí defendiéndote de una manera inusual. Habla de pelear, pero sinceramente no has visto que posea un compañero.
-Ejem… Señor, hablaba con el chico –aclaró Ino, con algo de pena por el anciano –Me he parado frente a él, le he visto los ojos y retado a una batalla… según los videojuegos él no se puede negar…
-¡Pero esta es la vida real, no un videojuego! –rió Elcano mientras acariciaba al Pokémon de la chica -¿Por qué no le dejamos pensar si quiere pelear?
La chica gruñó por lo bajo, no le agradaba para nada tu anciano maestro. Finalmente dejó escapar un bajísimo “Que así sea…”, para encanto del anciano.
-Chico, tú decides ¿Quieres pelear con ella? –te preguntó en español, para asombro de la chica.
Debes pensarlo bien, puedes ir con todo y pelear con ella, y también puedes negarte y dejar que tu maestro se encargue. Si decides pelear hablaremos por aparte para que me des una serie de 5 ataques y yo daré los de la chica, que evaluaremos luego en una página de dados. Si no quieres pelear debes dar un discursillo ante Elcano, donde admites que serás su aprendiz y que confías en su enseñanza.
La tierna y artificial luz de las farolas te parece la más maravillosa vista que has tenido. En cuanto volviste a pisar la acera sentiste como los Pokémon te soltaban. Sin dudarlo gritaste gracias y saliste corriendo calle arriba, todo para ir lejos de ese lugar.
Recorres un par de calles, ya no sientes la pesada atmosfera de antes pero un susurro helado te sigue de cerca. Lo reconoces y tratas de ignorar, puede que luego de un rato se vaya.
Pasas por un par más, pero la presencia no se aleja si quiera un poco. Finalmente te das la vuelta, chocando de frente con el antiguo Misdreavus. Con mucha pena se aleja de tu cara, casi sonrosada, traviesa había decidido seguirte. La miras con algo de miedo, pero sabes que ella no te hará daño alguno.
Sigues tu camino con la misma prisa de antes, no sabes qué horas son pero quieres llegar ya a tu casa. Finalmente encuentras una calle conocida, sabes que hay una abarrotería y una lavandería donde tu madre suele mandar a planchar la ropa. Con una sonrisa de oreja a oreja, apresuras el paso hasta llegar frente a tu casa.
Aliviado, admiras como aun están varias luces encendidas. Es como si nunca hubieras salido de casa o quién sabe, cuanto llegaste a vagar en un bucle fantasma. A punto de escabullirte hasta tu cuarto recordaste a tu compañera de viaje. Te volteas y la admiras sollozando, alejándose con lentitud, como si no quisiera irse o esperando que la llames para que no se vaya.
Es un poco bizarro pero igual debes entrar a tu casa. Tú decides. Puedes dejar que se retire o señalarle que mejor se quede. Piensalo.
Guido:
Spoiler:
El sutil temple de una azafata te despierta delicadamente. Ya has perdido el sentido de las horas pero no tu orientación, sabes donde estas y porque. Agradeces a la agradable dama antes de desperezarte. En el asiento de al lado yace tu compañero envuelto en delgadas y humedecidas frazadas, parece un bebe descansando sin la mínima idea de lo que está pasando.
Es muy extraño verlo dormir allí, una irreal quimera de un mundo de ensueños, que no sólo existe y esta a tu vera, sino que al parecer te aprecia como un gran amigo. Aun no puedes creer aquellas fuertes influencias del dichoso consorcio, suficientes para dejarte llevar a un “animal” en el área de pasajeros. Para tu suerte aquel dragoncito, Solem como debería llamarse, se ha portado como un rey, nada de escándalos ni problemas, sólo una larga siesta.
El avión esta por aterrizar, por lo que tú también vas despertando a tu compañero para encajarle el cinturón. Adormecido se regodea entre tus brazos mientras llegan a destino. “Vete acostumbrando a los viajes” recordaste escuchar de Lúcido. Parado ya el avión, tomas tu equipaje de mano, lleno de todo lo relacionado con los Pokémon que tenías en casa, y una bolsa cruzada, especial para llevar a Dratini.
Antes de lo pensado ya estabas con tu compañero recogiendo las maletas. El aeropuerto se veía atareado, miles de nacionalidades paseaban frente a ti, desde jóvenes a viejos, americanos, asiáticos y más europeos. En aquel mar de mundo sentiste vibrar tu celular, un mail de tu asignado profesor diciendo que ya te había localizado.
Confundido, empezaste a mirar a tu alrededor. Volteando te chocaste con la nariz de Dratini, que asomaba su cabeza por sobre la bolsa. Evidentemente que llamaba la atención, puesto que un circulo de vacío había quedado alrededor tuyo, todos huyendo del dragoncito.
Repentinamente sentiste como entraba en guardia tu compañero, y un joven caballero, ensacado de crema claro, caminaba hacia ti. De piel clara, tenue barba, ojos marrones y el cabello algo largo, lacio, atado con una colita. Traía consigo un maletín de cuero oscuro y en sus manos un celular idéntico al tuyo.
-Buenas –dijo en un español impecable, adivinando por tu porte que sabías hablarlo tan bien como él –Debes de ser el joven Guido ¿o me equivoco?
Rápidamente respondes que no, que eras tú, preguntando también si era el Profesor Kenneth Bane. Mas que responder te mostró una identificación de la universidad de Oxford y en su celular, el mail de Lúcido anunciando tu llegada. Estando seguro te presentaste educadamente, algo en su presencia inspiraba solemnidad.
-Soy Kenneth Bane, el Sofista. Es un placer conocerte –terminó de presentarse con un apretón de manos.
Su aspecto elegante y cordial le hacía ver más como un caballero que como un joven profesor de universidad. No parecía afectado por el entorno, ni nervioso por tu compañero.
-Es mejor que ya nos retiremos, los aeropuertos en tiempos de fiesta suelen estar más ajetreados que nunca –dijo con mucha calma antes de preguntarte mientras caminan –Guido, deseo tu opinión. No soy gran adepto a la “época” por lo que no me afecta mucho donde pasar la Noche Buena, pero quizás a ti si te interese…
Se puede decir que te sorprendió una declaración así, no esperabas algo como eso. Sigue charlando, sin detenerse ni un instante.
-Sabéis, estoy invitado a un evento, más bien una cena cuyos anfitriones son conocidos, amigos íntimos de la burguesía actual. Algunos de los invitados han compartido estudios conmigo y uno que otro ostentan cargos de poder, tienen demasiados humos. En pocas palabras será una cena bastante formal para la fecha, por lo que no me apetecía demasiado ir. Sin embargo contigo de acompañante no creo que será una velada demasiado aburrida.
-Por otra parte, si prefieres podemos prepararnos ya mismo para partir hacia nuestro lugar de entrenamiento: la Isla de Mann. Es mi primer hogar, allí crecí y la universidad sabe que puede contactarme sin problema. Podríamos empezar el entrenamiento de inmediato. Nos quedaremos en la casa de mi abuela, ella tiene un estudio, un gran patio y un par de habitaciones vacías donde puedes estarte cómodo. También estoy seguro de que me espera para la Cena de Navidad, junto a alguno de mis primos que pase por allí.
-Reiterando, no me afecta donde pasar las fiestas pero quisiera que tu eligieras como regalo de bienvenida a la organización. Sólo te recuerdo que no podemos concentrarnos en más de una a la vez, puesto que fracasaríamos tanto en la cena como en el inicio del entrenamiento. Es mejor hacer las cosas con el tiempo que merecen. Dratini
Nombre: Solem
Género: ♂
Lvl.: 28
Nat: Audaz.
Habilidad: Mudar.
Ataques:
• Ciclón. 20/20
• Agilidad. 30/30
• Portazo. 20/20
• Furia Dragón. 10/10
Cualquier duda, sugerencia, felicitaciones o amenazas por mp o msn o.o
Cualquiera que desee entrar o volver a participar en el RPG 2012 es bienvenido. Si ya poseen personaje y misión, sólo deben responderla y se le considerará en las siguientes misiones
Luego de que todos se fueran tome al Turwig, por un momento dudé de que hacer con él, pero luego lo tuve claro.
Si quería saber el porqué de la aparición de los pokémon ademas de que los aborígenes tomaran en serio mis recomendaciones lo mejor era conservarlo. Lo adoptaría como mio y lo cuidaría.
estoy casí seguro que a el Profesor y a mi compañera no les importaria que lo tuviera conmigo. Al profesor le podría ayudar con su investigación y a ella de seguro no podría negarse a estar con una criaturita tan linda. Lo mejor será que lo conserve.
Un poco de paz y tranquilidad era lo que pedía, pero aparentemente pedía demasiado al mundo. Me encontraba sorprendido frente al entusiasmo de la chica, sin embargo lo que me causaba intriga era que digiera “entrenadora Pokemon”, no solo aceptaba a estas adorables criaturas, sino que también era posible que las conociera por el mismo método que yo a ellas.
Fabri: Encantado Hilary, me llamo Fabricio Aron, mi Pokémon me dice “Torchic”, pero puedes llamarme Fabri.
Me presente amablemente, supuse que tendría la paciencia para estar con alguien de tanta energía y un poco de ego a mi alrededor, como siempre digo, “La gente no es perfecta hasta que la llamas amigo”.
Me altere al ver como Electabuzz lanzaba la maleta por los aires, si lo acompañaba un humano no podía tratarse de un Pokémon salvaje que peleara con solo ver a otro Pokémon, algo debía haberlo hecho enfurecer de esa manera…
Fabri: ¡Rápido, guarda a tu Vulpix!
Instantáneamente realice la misma acción con el pequeño Harry, metiéndolo dentro del bolso de mano indicándole que se quedara allí dentro.
Fabri: Los Electabuzz, como ese Pokémon de ahí se descontrolan al ver colores rojos, por las dudas te recomendaría quitarte el abrigo o taparte con algo, dudo que el naranja le dibuje una sonrisa en la cara…
Mientras decía esto tomaba una campera verde oscuro de capucha que llevaba hace años en mi posesión, era bastante grande como para cubrir a una persona hasta las rodillas, se cerraba con cierres al igual que sus bolsillos, tanto externos como los que poseía adentro.
Fabri: Si peleamos fuego contra electricidad se volvería imposible contener la energía de los ataques, incluso si todos salieran corriendo no hay certeza de impedir daño colateral, sin mencionar daño material asegurado, tendremos mucha suerte si los del avión son amables en impedirnos viajar y mantienen a la policía fuera de esto, así que al menos que tu Vulpix sea capaz de ejecutar una hipnosis certera, te ruego que hagas lo que te pido.
La situación era crítica, sin ataque de arena para controlar los impactruenos del eléctrico adversario o las llamas descarriadas de la probablemente joven *****, mi carta más segura para jugar resultaba ser aumentar la potencia de Harry con Foco Energía y dejar fuera de combate a Electabuzz de una potente Ascuas alcanzaría si era de nivel bajo y/o evolucionado recientemente de Elekid, Gruñido resultaría inútil contra sus impactruenos especiales y arañazo era jugársela a no ser paralizado debido a la Estatica producida por su cuerpo.
muchas gracias ani por actualizar, espero que te guste mi misión :3
Yeah! Un Vullaby, aprendan mocosos (?) Y gracias por poner las nuevas misiones Ana ^^
Spoiler:
Por los pelos logré salvar al huevo y para ,una mayor sorpresa, nació en ese instante entre mis brazos. Me sentía muy bien al lograr salvar la nueva vida, que se acurrucó dormida sobre mí. Yo noté al instante que se trataba de una Vullaby, un pokémon que solamente puede ser hembra y eso significa que su madre es una Mandibuzz. Y no había ninguna duda, de repente una imponente ave similar a un buitre con una falda de hueso, comenzó a atacar al perverso gato. Cuando finalizó con un potente rayo de energía oscura, fijó su mirada sobre mí, que todavía tenía a la recién nacida entre brazos. Luego de unos segundos, me golpeó en la cabeza levemente y se metió en su nido. Quería que yo cuidara de Vullaby, pero tengo dos problemas. El primero son mis padres, luego del incidente con Purrloin me van a vigilar más y el segundo es el mismo gato, tal vez vuelva por venganza. Luego de pensarlo decidí que lo mejor sería dejar a Vullaby con su madre, pero seguro que ella no querría. Al final, me dirigí a la majestuosa y siniestra ave y le dije:
-Mandibuzz, se que quieres que cuide a Vullaby, pero te necesito, por favor ven conmigo a mí casa.-
Tal vez no entienda, pero es lo mejor que se me ocurre.
Estaba enfrente de mi casa, mirando al Misdreavus que me siguió. Tenia una mirada fija sobre mi, como si quisiera algo, me quede unos minutos allí parado, observándolo. Su mirada me decía que se quería quedar conmino, pero yo no sabia que hacer, si llevaba a ese Pokemon a mi casa mis padres me retarían pero no lo podía dejar solo al pobre Misdreavus. Finalmente después de re flexionarlo unos minutos, hice que pasara a mi casa conmigo, no lo quise dejar afuera.
“Justo lo que faltaba, con lo estricta que es…”–pensé, mientras me daba una famosa “facepalm” y comenzaba a maquinar.
Correr era poco factible, pues aunque me fuera a un lugar fresco hasta que mi sudor se secara y me calmara; nada iba a poder eliminar el olor a humo que había quedado en mis ropas después de estar tan cerca de las llamas. Tampoco podría irme y cambiar mis ropas, porque se notaría la diferencia entre la ropa con que había salido y la ropa con la que llegaba. Ir a la lavandería tampoco era opción, porque: ¡¿Dónde c*rajo encontraría una lavandería abierta a las 6:00 p.m.?!
La única opción “sencilla” era intentar ablandar el corazón de mi madre, en la misma forma que ablandé el de mi jefa; sólo que ahora las heridas de Bell colaborarían en gran medida. Ahora era justo el momento ideal, mientras aún estaba perpleja yo podría argumentar y ser oído; si esperaba a que asimilara completamente toda la situación del mall podría no dejarme hablar porque su “bebé” se puso en peligro voluntariamente. Así que me acerqué rápidamente.
–Mamá, ella es Bell–le señalé mientras mostraba a mi herida compañera–, la encontré ayer en un callejón oscuro, estaba muy asustada así que la llevé a casa a escondidas porque creí que podrían decirme que dejara a la pobre en la calle –le expliqué–. Hoy hablé con la Srta. Mirna para que me dejara traerla al trabajo y… bueno, creo que lo demás lo acabas de ver. Pero te ruego, no; te suplico que me dejes quedármela. Es noble y cariñosa; además (como puedes ver) está muy herida por la pelea. No me pedirás que la deje en la calle en ese estado, y faltando tan poco para Navidad ¿O si?–rogué, mientras abrazaba a mi pokemón.
Nombre: Sandra
Apellido: Bravo (?)
Edad: 16
País de Origen: España
País y Ciudad de Residencia: EE.UU New York (?) (no copié xD)
Pokémon Preferido por Generación:
1ra: Eevee (no sé)
2da: Pichu , togepi y chikorita (chiko con sus evos)
3ra: Pelipper , Ludicolo
4ta: Piplup y Buneary
5ta: Sawsbuck
El día que todo entrenador debía enfrentar había llegado para mí....la primera batalla pokémon. Una hiperactiva chica que nunca antes había visto me retó, a mí y a mi Hiko. Estuve entusiasmado por unas fracciones de segundo, pero un frío pensamiento me cruzo por la mente: Cuando alguein pierde solo lleva a su pokémon caído al Centro Pokémon y ya, pero, ¿Acaso hay un centro en alguna parte del mundo? Si Hiko caía debilitado podría no haber vuelta atrás. Pensé que la mejor decición era primero someternos al entrenamiento para así estar más preparados.
-No sé que clase de entrenamiento nos tiene preparado, pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados, por ahora tenemos la opción de escapar de las batallas, pero quizá algún día no existirá ese beneficio. Nos ponemos bajo su tutela para poder fortalecernos, aunque lo que aprendamos no será usado para la ofensa.- Dije mientras practicaba una reverencia hacia el anciano. -Mi principal objetivo es que Hiko sea aceptado por la gente, si vamos por ahí buscando peleas eso no ayudaría mucho que digamos.-
Oau, qué misión, me excité un poco (?) La descripción de la chica es magnífica. O:! Se llama Ana.
Spoiler:
Cuando logré ver a Ana, tan espectacularmente vestida como para un casamiento gótico, traté de acomodarme un poco el pelo que tan mal había peinado… quizá debí ir más formal.
De repente recordé todo lo que me había llevado a donde estaba, por alguna razón mi mente se había hecho una laguna y parece que hacía meses que no me conectaba conmigo mismo.
La historia de Ana fue bastante impresionante, por no decir que no le creí ni media palabra. Si bien esas cosas pasan y yo generalmente creía todo lo que me decían era simplemente mi intuición la que me decía que confíe poco en ella.
Así mismo, me levanto para darle consuelo y para que hiciera silencio de una vez cuando mi mente parece inundarse en un mar de sombras. Es un sentimiento terrible, nunca antes había experimentado algo así, un miedo aterrador, algo que me paralizaba.
Luego de ir corriendo a la piscina, encontrarme con Abra y terminar atacando la oscuridad sentí un poco de alivio, como si luchar fuera bueno para mi mente.
En cuanto el Absol apareció, mi mente volvió a flaquear pero Abra pareció darme fuerzas de la suya. Y qué fuerzas… como si lo necesitara para desafiar al rival, evolucionó magníficamente dejándome impresionado, aún más paralizado que antes.
No quería atacar, sólo iba a defendernos si era necesario, pero Ana había llegado para decirme que me detuviera. Realmente lo que quería en ese momento era escapar junto a Kadabra, no atacarlo, yo sabía que ese pokémon siniestro no sería fácil de vencer y que el mío tendría una gran desventaja. Decidí arriesgarme a esperar lo que Ana tenía para decir.
—No deberías decirme a mí que me detenga, ¡el que avanza es él!
Con ese último comentario, me quedé esperando que las cosas sólo se dieran.
Gracias a todos por recordarme :) Sólo tengo buenos recuerdos de ustedes y de este agradable lugar también.
-Todos los indicios de alguna tranquilidad para estas fiestas de Fin de Año queda anulado para muchas familias en distintas partes del mundo, el temido fin del mundo se queda corto con lo que muchos han tenido que lidiar estas últimas semanas en lo que son los últimos días del año lec…- se apaga el televisor, como siempre por arte de un irresponsable Rotom.
Creo que “Lo siento” es una bonita disculpa, pero ¡veamos como continua todo! Y bueno… Con ustedes… ¡Las misiones!
23/12/2012 Silvano:
Spoiler:
Los insondables agujeros del enfangado camino no paraban de despertarte en tu travesía. El único consuelo a tan largo y trabajoso viaje era estar en la civilización a la mañana del 24 de Diciembre.
Aburrido miras a tu alrededor al resto de los pasajeros de esa carcacha que llamaban bus. Tu profesor, que si había conciliado el sueño, yacía recostado cerca de tu compañera, que pacientemente leía un libro para asesinar al tiempo. Al otro lado estaban algunos nativos conversando, quien sabe si sobre la ciudad donde debería llegar este transporte o lo que harían durante las fiestas. No es que precisamente celebraran la Navidad, sólo disfrutaban de las cosas buenas que ofrecían por la fecha.
Además de ellos estaban el conductor y su acompañante, absortos en la carretera rodeada de maleza y viejos retazos de selva muerta, tanteando los baches de lodo, rogando porque nada los detenga en su travesía. Y finalmente estás tú, al fondo de la carrocería oxidada, con tu maleta entre las piernas y un bolso de camuflaje sobre tu regazo.
Con algo de nervios tanteas el bolso para sentir una cálida y calmada respiración, sigue tan dormido como cuando salieron de la aldea en dirección al resto del mundo. Sonríes sólo con recordar la serenidad con la que Turtwig se dejaba manipular por ti, como si se conocieran de toda la vida. El profesor, anonadado por el apego entre ambos, no se opuso a tu decisión de llevarlo contigo, sólo con la condición de que te harías cargo por completo del pequeño. Tu compañera se limitó a verlo de lejos y ayudarte en cuanto se lo pidieras, le llenaba la curiosidad pero tenía pena de ofrecerse sin entender a la criatura.
En cambio, tú seguías anonadado por lo que estaba pasando, sobre todo cuando la noche del día anterior llegó a sus manos un periódico repleto con historias de las nuevas criaturas que habitaban el planeta. Relatos de aquí y allá, algunos especialmente exagerados, otros sinceros, en fin pensar que no sólo a ti y tu grupo les estaban pasando esas cosas te hizo notar la grandeza del mundo.
Recordando todo te pierdes en el ambiente sofocante que, sin duda, no extrañarías durante las fiestas. Sientes que tus ojos pesan, casi no dormiste releyendo papeles sobre tu catre y parece que al fin te está entrando sueño. Complacido te acomodas y justo antes de caer en los brazos de Morfeo, sientes una extrañamente familiar vibración en tu bolsillo.
Un monótono sonido te asaltó de repente, algo extrañado terminas por reconocerlo: es el mensaje usual de tu teléfono al recibir un e-mail. Con desesperación buscas tu Smartphone, que llevaba meses sin conectarse al internet y sólo unas pocas horas de haberse cargado en la última estación con tendido eléctrico donde el bus hizo parada. Alegre, vez las dos rayitas de carga en la batería y la débil señal de Wi-Fi sin contraseña que acababas de encontrar, volvías a lo que conocías como civilización.
A punto de leer el mensaje te detiene un suave contoneo en tu regazo, casi imperceptible, que te hace poner la mano sobre el bolso acariciando al pequeño que se despertó por tu celular. No comprendes porque pero ya no tienes miedo de meter tu mano y mimarle como se debe, si ya existe y está allí a tu lado ¿Por qué temerle?
Sin dejar de acariciarle, y lleno de curiosidad, revisas el e-mail que acabas de recibir. El remitente no te sorprende en lo absoluto, es la monótona y estandarizada dirección de correo de la universidad a la que perteneció tu pequeño grupo antes de aventurarse a lo desconocido.
“¿Felices Fiestas?” pensaste por las fechas que estaban por pasar, sin embargo jamás creíste completamente lo que estaba plasmado en el mensaje. Era una invitación… pero no una cualquiera. Una despampanante cena de Noite de Natal en uno de los salones del Ariaú Amazon Towers de Manaos.
Has quedado de piedra, esas cosas no te pasan a ti, pero la invitación dice claramente que se requiere la presencia del profesor y sus acompañantes. Puede que no te busquen precisamente a ti o a tu amiga pero quizás quieren ver al profesor. Tal vez hayan mandado el mismo mail a los tres pero sólo tú tenías un celular con capacidad para verlo. Y justo a tiempo, porque en la próxima parada pueden cambiar de curso para llegar a Manaos.
Sin embargo algo aún no te convence del todo, es raro recibir eso de la universidad. Esta en ti. Si muestras el mail al profesor y tu compañera seguro irán hasta el lujoso hotel en Manaos, si lo ocultas seguirán su viaje hasta Tefé que es donde viven los abuelos de tu compañera y precisamente donde pensaban pasar las fiestas. El dilema es que si llegaran a Tefé y vieran el e-mail en sus respectivas cuentas de correo, sería imposible llegar al a fiesta. Es tu decisión ¿Muestras el e-mail para asistir a la cena o sigues el camino que tenían planeado? Turtwig
Nombre: Agrégalo como parte de la misión.
Género: ♂
Lvl.: 15
Nat: Cauta.
Habilidad: Espesura.
Ataques:
• Placaje. 35/35
• Refugio. 40/40
• Absorber. 25/25
• Hoja Afilada. 25/25
Ariel:
Spoiler:
Una fulminante mirada de aceptación fue lo último que recibiste de aquella complicada madre, que en alto vuelo se perdió de tu vista. Confundido miras a la pequeña ave que se sigue regodeando de tu presencia. Te trata como si fueras su mamá y quién sabe si por eso te la han encomendado.
Te levantas con dificultad, adolorido, esa Vullaby no es tan pequeña ni tan ligera como creías. Sin duda no puedes cargarla, por lo menos se ve lo suficientemente fuerte para caminar sola. La dejas parada sobre el suelo y das un par de pasos hacia adelante. Algo sorprendido ves como te sigue sin lamentos, mirándote fijamente con sus ojos rojos casi diciendo “No me dejes”.
Absorto en tu novedosa amiga, no escuchas siquiera quien te llama en la distancia hasta el inevitable encuentro. Tu padre ha intuido el rastro de la persecución y está allí, justo en frente de ti y la pequeña Vullaby. Anonadado se acerca sin siquiera recordar lo que había pasado antes y extendiendo lentamente la mano, le acarició el copete. Un gritito tierno fue su única respuesta, antes de refugiarse tras de ti.
-¿Esto… es un “Pokémon”? –pregunta tu padre algo confundido y emocionado por verlo.
Casi que volviendo a la realidad, se dispuso a recoger algunas de las cosas robadas que debiste tirar para salvar el huevo. Nervioso decides ayudarlo a rearmar la sabana y bolsa que había hecho el gato para robarles. Para su sorpresa, la Vullaby también metió los restos de su cascarón a la improvisada mochila copiando sus movimientos. Ambos ríen suavemente por la inocente ocurrencia de la pequeña.
-Bueno vamos a casa ya, es tarde… -comenta tu padre antes de mirar a la recién nacida –No te quedes atrás, que está muy oscura la noche.
Un escalofrío de emoción te recorrió el cuerpo de los pies a la cabeza. No puedes creer todavía lo que está pasando, tu padre literalmente está invitando a casa a un Vullaby que acaba de conocer. Comienzas a caminar a su lado por inercia y la pequeña los sigue lo mejor que puede. No es tan malo como creías, tu padre parece tranquilo en presencia de ella pero aun tiene una lista de preguntas para ti.
De toda la charla, las preguntas que hizo fueron:
¿Y... en verdad que son estos? ¿Algo así cómo animales?
¿Por qué hay quienes conocen de ellos si hace poco aparecieron?
¿Qué acaba de pasar que están nuestras cosas fuera de la casa?
¿Lo de la televisión es cierto? Porque… no creo que esta cosita exhale fuego o electricidad…
¿Por qué salen peleas en los videos de la tele? ¿Estas criaturas son violentas? La verdad esta se ve fiera pero no es mala, lo veo en sus ojos…
Cuidado con tus respuestas, la impresión que dejes en tu padre puede ayudarte mucho de ahora en adelante.
Tu madre no puede dar tregua a lo que estaba pasando y menos con tu explicación de los hechos. No entiende mucho de lo que está sacudiendo al mundo en estos momentos pero lo que sí sabe es que su pequeño está enfrente de ella llorando por una oportunidad de comprensión.
Enternecida, te abraza para liberar algo de tensión antes de buscar la manera de sacarte de allí. Una parte del público presente, que poco se había revuelto luego de la batalla, se conmovió con ustedes y les ha permitido salir rápidamente del lugar en una especie de calle entre personas.
Entre todo eso, pasas cerca del grupo que te vitoreaba. Son jóvenes, no los conoces pero el simple hecho de disfrutar de la batalla te hacía sentir que eran viejos conocidos. Algunos tratan de acercarse pero se detienen al ver a tu madre sobreprotegiéndote, tanto a ti como a tu apreciada Bell.
Finalmente logran salir del congestionado mall y, de forma milagrosa, conseguir un taxi que los lleve hasta casa. La mitad del trayecto fue silencio, extrañamente roto por un quejido de Bell. Entre tus nervios habías olvidado sus heridas y ya empezabas a sofocarla un poco en tu afán de abrazarla para protegerla.
-Dale un poco de aire –susurró tu madre con delicadeza – ¿Es como un cachorro herido, no?
Con algo de zozobra decides dejarla reposar sobre tu regazo, no es muy cómodo pero no tardarás mucho en llegar a casa. Tu madre no puede resistirse a acariciar a Bell, era tan tierna de por sí e inspiraba ternura verla necesitaba de cuidados.
Cuando el taxista paró frente a tu casa, se podía ver la cara de alivio de aquel señor al ver que te ibas con la pequeña Eevee entre tus brazos. Lo ignoraste por completo, no necesitabas saber que tenía para decir de ti y tu compañera, de momento sólo te importaba lo que pensara tu madre.
-Deberías curarle, ya mañana veremos que hacemos –dijo tu madre cuando estabas a punto de preguntarle qué pasaría con Bell.
Respiras aliviado mientras te retiras a tu cuarto, habías pasado la prueba de fuego y ahora era cuestión de ayudar a tu amiga con sus quemaduras y raspones. Tienes a mano un botiquín de primeros auxilios común para los humanos, con lo novedoso de los Pokémon aun no tienes medicinas para ellos.
Debes arreglártela con lo que tienes para curarla, no será fácil pero eres lo único que ella tiene. No son heridas graves, pero sería bueno detallar. Saca el doctor que tienes dentro y ayúdale. Eevee
Nombre: Bell
Género: ♀
Lvl.: 17
Nat: Miedosa.
Habilidad: Adaptabilidad.
Ataques:
• Placaje. 34/35
• Gruñido. 40/40
• Ataque Arena. 13/15
• Látigo. 28/30
24/12/2012
Fabricio:
Spoiler:
“Desastre” fue lo primero que pensaste al ver como aquel enojado guardián de los relámpagos perdía el control en medio del aeropuerto. Con impotencia era visto por el asustadizo joven, que no encontraba manera de calmarlo.
La chica está paralizada de terror al igual que su compañero Pokémon, por lo visto jamás habían lidiado con algo parecido en los pocos días que tenían de verse. Al menos pudiste ayudarla con el rojo que permanecía en sus ropas, pero el enojo del Electabuzz no lo podías disipar. Sólo quedaba luchar…
Pero en el instante en que pensabas dictar la primera orden, notaste como una sombra violeta se acercaba rápidamente a donde estaban. Era el joven solitario, de cabellos oscuros y mirada enojada que rápidamente se dirigía hacia ustedes. Su rival empezaba a lanzar centellas con los ojos en blanco.
En tanto corría, tomó sus auriculares y lanzándolos hacia el Electabuzz gritó: -¡Usa Transformación y luego Pantalla de Luz! -.
Súbitamente los cascos que volaban hacia el rival se tornaron en una criatura amorfa envuelta en un indefinible brillo, que cayó justo entre el Electabuzz y los asustados. Por un instante pudiste ver lo que acaecía en tan extraña cosa que se posaba frente tuyo. Una copia exacta del enfurecido, con la excepción de que estaba protegiéndolos con una pantalla tornasol que bloqueaba los ataques del otro.
-Ahora Onda Trueno –ordenó con severidad y calma, tratando de controlar la situación.
Ante las atónitas miradas, el osado joven había llegado justo detrás del Electabuzz y esperaba paciente, con su bufanda en la mano, a que el ataque surtiera efecto. Una vez paralizado, se acercó rápidamente y vendó firmemente los ojos del Pokémon. No pasó ni medio minuto antes de que se calmara, tanteando suavemente para recoger la maleta de su acompañante, aunque todos a su alrededor le huían.
-¡Buzz! ¡¿Amigo ya me escuchas?! –preguntó con voz débil el muchacho de las gafas.
Sorpresivamente, el Pokémon responde positivo, como si sólo recordara que dejó caer la maleta de su amigo y nada que ver con la alharaca que acababa de formar.
-¡¿Qué clase de torpe eres?! –se escuchó gritar frívolamente a la voz que hacía unos segundos había salvado la situación -¡¿Cómo pudiste traer desprotegido a un Pokémon tan sensible?! Lo acabas de llamar amigo… y sin embargo fuiste incapaz de ayudarle cuando más te necesitaba… ¡Más te vale controlarlo mejor!
El joven de lacios cabellos azabaches no podía evitar alzar la voz, sobretodo mientras recogía a su compañero Pokémon del improvisado campo de batalla. Sus palabras eran duras, sin embargo dejaban entrever una preocupación pura e inocente. El resto del aeropuerto era un caos de gritos, miedo y desesperación, aun cuando para el pequeño grupo de marginados había cierta calma.
Antes de que pudieras salir del asombro, decir algo o simplemente dejar de abrazar a Harry con fuerza, sentiste como la penetrante mirada del joven se posaba en ti y la señorita. Algo en sus ojos tristes y enojados buscaba saber que nadie había salido herido, por muy enojón que se viera tenía tantas expresiones como las que carecia el Ditto que se posaba en su hombro.
A punto de decir algo, fue interrumpido por los parlantes del aeropuerto. Con todo y el bullicio pudieron escuchar claramente como llamaban a los pasajeros del vuelo retrasado a Redmond, Washington.
-Mi vuelo… -dijo Hilary con voz apagada, seguía temblando del susto al igual que su Vulpix.
-¡También es el nuestro Buzz…! –clamó el de las gafas, con la voz quebrada y tomando del brazo a su compañero para guiarlo sin quitarle la bufanda.
El joven solitario sólo hizo de ver a su Ditto para que este volviera a camuflar entre las pertenencias que traía. De inmediato reaccionaste, también era tu vuelo y tenías que moverte ya para llegar.
Curiosamente viste como el malhumorado salía del círculo de personas, mientras se abría paso hasta la terminal, seguido por el muchacho y su Electabuzz. De paso, la chica te estaba esperando en lo que tomabas tu maleta y acomodabas a Harry entre tus brazos.
Una calle de personas se apareció frente a los cuatro, nadie parecía interesado en estar cerca de los Pokémon y menos luego de lo que había pasado. Por lo menos eso les ahorró tiempo, pues de lo que imaginabas ya estabas formando la fila para abordar el avión.
Acaricias a Harry para verificar como se encuentra luego de todo. Se ve calmado y jovial, tierno como siempre, quizá tranquilo por estar rodeado de Pokémon… “¡Momento!” pensaste al notar que gran parte de la fila era gente con nuevos compañeros, al igual que tu.
-¡Pasajeros de los asientos 101 al 109 del vuelo a Redmond por favor formen su fila por aquí! –clamaba una bellísima azafata que estaba al costado de la fila.
Casi sin sorprenderte, viste como los otros tres jóvenes que acababas de conocer pasaban junto a ti hasta la exclusiva fila que les aguardaba. Recordando tu asiento decides seguirles a ellos y sus Pokémon.
-Bienvenidos, mi nombre es Clara y seré su auxiliar de vuelo. Por motivos de seguridad hemos decidido modificar sus asientos a criterio de ustedes para minimizar problemas, tienen a su disposición 8 asientos. Espero que no haya ningún inconveniente –explicó con calma, como si la hubieran entrenado bien para vigilarlos en el vuelo –Yo los acompañaré y ayudaré en lo que necesiten, siéntanse en confianza.
No había lugar a dudas, todos iban al mismo destino y alguien con suficiente influencia había arreglado el vuelo para ustedes. Todos tenían una pizca de sorpresa, tantas especialidades para transportar Pokémon no eran algo viejo.
Por lo visto tienes un par de minutos antes de que Clara los guíe personalmente a sus asientos y se ordenen para evitar problemas. A tu izquierda está el muchacho de gafas con su enceguecido Electabuzz, a tu derecha tienes a Hilary aun con tu abrigo puesto y resguardando a su Vulpix allí. Un poco más lejos, al lado de ella, está el joven de la sudadera violeta con sus auriculares y una sospechosa bufanda azul marino, que ninguno había notado hasta ese momento.
Todos te parecen interesantes a su manera y la curiosidad te embarga. Puedes hablar con cualquiera de ellos, pero sólo tendrás tiempo para uno y quizás sólo puedas presentarte y hacer dos o tres preguntas. Elije sabiamente. Torchic
Nombre: Harry
Género: ♂
Lvl.: 15
Nat: Ingenua
Habilidad: Impulso
Ataques:
• Arañazo. 35/35
• Ascuas. 25/25
• Gruñido. 40/40
• Foco Energía. 30/30
Damián:
Spoiler:
-¡April ya calma! -clamó la señorita mientras se acercaba impávida ante el Pokémon desastre y le susurraba con gentileza -Ellos son amigos, no quieren hacerme daño.
Con ternura, la elegante joven rodeó con sus brazos el cuello de tan magno ser y acariciando su pelaje le abrazó profundamente. La Absol le correspondió el noble gesto antes de mirarte con resignación a ti y a Kadabra. Parece que en el fondo anhelaba una buena batalla.
-Ella es April… estuvo… siguiéndome, desde antes de conocerte… -empezó la dama con algo de pena –Pero yo simplemente le huía al igual que aquellos que me molestaban… no fue hasta que tuve miedo de verte muerto que sentí el valor para enfrentar aquella sombra que me perseguía.
Lentamente, aquella débil voz se volvió fuerte, como revivida por la emoción.
-Cuando al fin pude enfrentar lo que temía, me di cuenta de que me estaba siguiendo un Absol… lo conocía de videojuegos pero jamás creí que un Pokémon así se pusiera en mi camino por su cuenta… para hacer el cuento corto, me puse a contarle lo que pasó y a hacer memoria de lo que sabía y lo que no, al final recordé que me dijiste que tu hotel estaba cerquísima a la discoteca, que si deseaba pasar cuando acabara la noche y tomar algo, así que empecé a buscarte y dejar el mismo recado en varios hoteles… Por lo visto sí te llegó mi mensaje –culminó la dama con una sonrisa.
Paciente escuchas sus palabras, anonadado miras como se acaricia el rostro con las navajas de aquella Absol mientras relata sus últimos días. Con algo de empatía presentas a tu Kadabra, y con pocos detalles cómo te salvó la vida tantas veces en tan poco tiempo.
-Se nota que te quiere y que te cuida –comentó Ana enternecida por tus palabras antes de evocar su drama– ¡Oh April…! Si… si tan sólo… te hubiera conocido antes… ¡¡¡No habría pasado por tanto sufrimiento…!!!
Pero antes de terminar su frase, el enigmático Pokémon desastre se zafó de sus manos y desapareció en el acto. Al tiempo, vez como tu compañero se teletransporta también, lo sientes cerca pero ya no puede verlo.
A punto de pedir explicaciones, sientes una fría presencia tras de ti y admiras como el preocupado rostro de la dama se tornaba más solemne y taciturno, como la primera noche que la conociste. Pávido te das la vuelta, esperando lo peor. Sin embargo un sentimiento de desconcierto te invadió ante la simpleza del asunto.
Un joven alto y delgado, con porte tranquilo, uniforme oscuro, elegante como todo buen mesero, se había quedado mirándolos desde la entrada del restaurante, con una botella de vino en mano y dos copas en la otra, casi llamándolos a volver. Simples, suaves y elegantes palabras fueron las que entonó para convencerlos de volver a su cena: ¿Desean una copa de vino, mis señores?
Ana caminó hacia dónde estabas, te tomó suavemente de la mano y respondió tranquila, esperando quizá dar una expresión diferente. Confundido, aceptas la copa que ella acaba de pedir para ti y, en un acto de caballerosidad, la llevas de la mano hasta su mesa dentro del restaurante. El mesero no les siguió, pero su mirada no se retiraba de ustedes aunque no lo notaran.
-¿Qué acaba de pasar? –preguntas por lo bajo, disimulando el enojo y la confusión.
-Debió creer que éramos una pareja dispuestos a pelear en el jardín… -respondió la dama, mientras alzaba la copa.
-Estuvimos a punto… -vocalizaste antes de sentir como desde tus adentros ahogabas un grito de terror.
Justo al lado de tu mesa estaba el mismo mesero que les había devuelto al restaurante y junto a él su fría presencia, su falta de razones. Mas no tardó en retirarse, por supuesto que antes les dejó algo para pensar profundamente.
-Señores, un mensaje para ustedes –fue lo único que dijo, antes de desaparecerse para siempre.
En tus manos ha dejado una hoja de papel doblado. Es suave y se notan los adornos sepia en la hoja, pero no la abres. Miras a tu compañera de la velada, tan sorprendida como tú, rogándote con la mirada que desdobles lentamente ese papel y le permitas saber qué diantres estaba pasando.
Pero… esa es tu decisión… Puedes quedarte con ella, abrir la hoja y leerla, pero pase lo que pase si ella se vuelve tu cómplice no podrás negarte a su decisión respecto a lo que diga ese papel, no lo sabes pero intuyes que algo grande está pasando tras todo lo que te ha atormentado estos días. Sin embargo también puedes pasarle la hoja a Ana, despedirte y retirarte a tu hotel, ya no quieres más sobresaltos con una chica que evoca al desastre y tu compañero, Kadabra, te seguirá igual a donde vayas. Tú decides.
Una inmensa sonrisa de envejecido guerrero fue lo primero que te regalaron luego de tus palabras. Leve reverencia, como un gesto de respeto, carraspeo jocoso, ya no quiere más formalidad que tu lealtad. Con un movimiento de su mano te indicó el camino hacia una plazuela circular, rodeada de cerezos florecidos, apartada casi al centro del parque.
Lo sigues seguro, con Hiko en tu hombro y el corazón palpitando fuerte. El anciano caribeño caminaba lento, tranquilo, como las flores que el viento arrancaba de sus cimientos en aquel instante. Puede que tus nervios te dejaran por momentos fuera de la realidad, pero debes admitir que aquel momento era hermoso.
Caminar lento, emocionado, a través de ráfagas en suave rosa acompañado de tu nuevo maestro y, tal vez, la más maravillosa criatura que has visto no tenía precio. Aun con una perturbadora y oriental presencia siguiéndolos, seguías encantado con aquella marcha que de momento podía bautizarse como el origen de todo.
Una vez llegaron a la plaza, el viejo Elcano te pidió que te quitaras la bufanda, el chaleco y todo lo que pudiera incomodarte, dejándolo en una banca. Al tiempo, tomó sus cosas y las acomodó al lado, antes de pedirte que fueras al centro de la plazuela.
Obedeciste sin problema, antes de que un quejido suave te hiciera notar que tenían compañía. Era Ino, al parecer terriblemente sorprendida de que Elcano tenía la piel morena, negruzca como era común en el Caribe, de forma natural y sin nada de trucos para obtener ese color.
Con algo de descaro, quizás cinismo, decidió sentarse con su Azumarill en una banquita cercana a tu área de entrenamiento, casi esperando por algo que no conocía. La muchacha estaba algo decepcionada, pero respetaba tu decisión al igual que admiraba la faceta que habías demostrado.
A punto de decirle algo, te interrumpe tu maestro, llamando tu atención hacía él.
-Bueno chico, primero lo primero ¿Cómo te llamas? ¿Y tu amigo?- preguntó animado esperando una presentación de tu parte.
[Sub-Misión: Preséntate ante tu maestro, nombre, apellido, generales, origen y si deseas algo de ti]
-Bien, creo que ya te dije que me llamo Martín, nací en Jamaica pero mi padre consiguió que estudiara medicina en Cuba, acabé estudiando docencia y viajando por varios países, conociendo mucha gente y trabajando ocasionalmente, hasta que un viejo amigo me dijo que necesitaba ayuda. Pagó mis boletos y arregló todo para que viajara a Japón, para ayudarle con algunos problemas, como un pequeño trabajo de consultor. Por eso estoy acá, en la tierra del sol naciente, quien sabe si el destino me tuvo acá, esperándote chico.
Sus palabras te llenan de curiosidad, quien sabe si realmente fue el destino quien dispuso a esa persona para que te ayudara. Una vez acabó su presentación, te pidió que bajaras a Hiko de tu hombro y se acomodaran cual las puntas de un triángulo. Allí, el viejo Elcano comenzó a mover los brazos en orden y luego dar un paso a la derecha formando circulos, antes de pedirte que lo imitaras.
Uno, bajó su brazo derecho, dos lo movió a la derecha. Tres, movió a la izquierda su brazo izquierdo en tanto bajaba el derecho, cuatro subía el brazo izquierdo para luego bajarlo y volver a bajar el derecho. En tanto, cada que contaba cuatro daba un paso a la derecha, sin falta.
Al principio dudas, no comprendes la complejidad del ejercicio pero aún así lo imitas lo mejor que puedes. En un rato te sientes tan seguro de la rutina que dejas de contar con él. Hiko lo imita también, con facilidad lo vez moverse en círculos contigo y tu maestro.
Sin embargo en un minuto, Elcano dejó de dar un paso a la derecha, para dar uno a la izquierda. Concentrado en tu rutina, continúas el ejercicio, creyendo que el viejo se había enredado entre tanto mover brazos. Hiko se detiene en el acto, ha notado que si tanto el viejo da un paso a la izquierda y tu uno a la derecha, seguro harán un emparedado de mono en cualquier momento.
De un momento a otro, tu maestro se detiene y espera que en tu circular camino te topes con él. No le golpeas de a milagro, aunque si provocas la sofocada risa de su principal espectadora.
-Estabas tan concentrado en ti mismo chico que olvidaste lo que tu compañero estaba haciendo y lo que yo te había dicho también, te pedí que me siguieras y tu seguiste como si nada cuando cambié los movimientos –dijo el anciano con un suave tono de indignación en su voz –Sea lo que sea que vayas a hacer en la vida chico, tienes que aprender a ver el mundo por ti y por el resto, no sólo quienes te importen, porque no sólo ellos influirán en tu vida chico.
-Míralo así chico, si tuvieras que pelear no tienes que pensar sólo en lo que tu harías, sino en lo que tu mico haría y claro lo que tu rival haría –quiso explicarse de manera más sencilla –Sigamos con este ejercicio de concentración, pero ya no haremos secuencias sino movimientos espejo, eso te mantendrá más atento.
Bruscamente cambió los simples movimientos de manos por pasos de baile, vueltas, saltos pequeños, lo que fuera necesario, y posible de imitar, para mantenerte atento. Era divertido pero no te acostumbrabas a ver un señor mayor con tanta vitalidad para hacer eso. Ino los veía moverse y comentarse en lenguas extrañas, pero no decía nada para no incomodarlos.
La tarde se avecinaba caliente e indomable, el parque comenzaba a llenarse. Toman una pausa, debes llamar a tu mamá y tu maestro tiene sed, por lo que se va un momento a la tienda de la esquina para comprarles algo de beber. Te recuestas en la banca a mirar al cielo, a los árboles, el camino, para desembocar en la banca donde está su particular admiradora. Se nota algo aburrida ahora que pararon, pero no da señales de irse.
Curioso, ves como a la distancia llegan algunas niñeras con sus pequeños traviesos, uno que otro señor mayor y un par de jóvenes con aspecto de pandilla. Estos te preocupan un poco, quizá parecen tranquilos pero su fallada de chicos malos te da escalofríos, sin contar las inusuales presencias que se paseaban a sus alrededores.
Un amenazante, purpureo, aguijón se paseaba entre tantos jóvenes, pues recostado de una de sus mochilas yacía un Skorupi. Y a los pies de otro, se paseaba un tierno y pesadísimo cachorro de acero, un Aron por donde se le mirara. Una cebrita juguetona y electrificada, Blitzle, quedándose atrás del grupo con un muchacho algo más despistado que los demás.
Un Ferroseed, bastante mimado, en los brazos del más fornido y musculoso del grupo, quizá el único que podía con el peso de aquella planta de acero. Y por ultimo un travieso Mankey, que colgado de la cabeza de su entrenador, hacía de vigía.
Un terror extraño se apodera de ti, no habías visto tantos humanos y Pokémon juntos en un mismo lugar. Tus nervios aumentan, sobre todo cuando en su lento pasear por el parque se encaminan a donde están ustedes.
- ¡Mírenla es ella!- gritó uno de los jóvenes antes de agregar -¡Puedes cambiar de disfraz pero no puedes cambiar a tu Azumarill!
La pobre Ino se levanta de inmediato, casi electrificada, ante aquel familiar grito que le espetaban. Incluso su Pokémon se ve asustado frente a esos jóvenes.
-¡Eh tu! ¡¿Crees que puedes vencernos y humillarnos sin consecuencias?! –gritó otro en su carrera para llegar hasta la muchacha.
-¡Sólo les demostré que yo era mejor! –respondió la damita que ni corta ni perezosa se había movido de donde estaba, dispuesta a correr si era necesario –¡Además quien les manda a creerse los mejores entrenadores sin poder demostrarlo!
Aquellas palabras despertaron la cólera del grupo, que sin mediar palabra seguía su carrera hacia la señorita. En ese momento pudiste entender que ella los había retado, y probablemente derrotado, antes. Sin embargo, crees que ni el mejor podría enfrentarse fácilmente a 5 adversarios al mismo tiempo con un solo Pokémon.
Ino se veía amedrentada, sabía que inventarían atacarla todos al mismo tiempo en lugar de retarla uno por uno como antes. A punto de correr como si no hubiera mañana, se tropezó y cayó de lleno en medio de la plazuela.
Sabes que todo terminará mal, pero no tiene porque terminar peor. Es tu decisión. Puedes ayudarla a levantarse, pero de allí en más puede que la tomen contigo también. Aunque puedes ignorar lo que está pasando, si al final ni siquiera la conoces bien y está metida en problemas que solita se ha buscado. Adelante, elige. Chimchar
Nombre: Hiko
Género: ♂
Lvl.: 15
Nat: Alegre
Habilidad: Puño Férreo.
Ataques:
• Golpes Furia 15/15
• Ascuas. 25/25
• Mofa. 20/20
• Arañazo. 35/35
Cualquiera que desee entrar o volver a participar en el RPG 2012 es bienvenido. Si ya poseen personaje y misión, sólo deben responderla y se le considerará en las siguientes misiones
ani, yo quiero una compañera sexy, no como hilary u.u (?)
Spoiler:
Me parecio increible las habilidades de aquel chico vestido de violeta, se notaba que era un entrenador con cierta habilidad y su caracter demostraba preocupación hacia los Pokémon, pense que seria interesante charlar con el.
Fabri: Esa bufanda que llevas puesta, note como antes la llevabas en el regazo al estar sentado esperando el avion, me imagino que es el Ditto que usaste antes, ¿Me equivoco? Donde estan mis modales, dejame presentarme, soy Fabricio Aron.
Añadi esperando que me dijiera el su nombre.
Fabri: Me gustaria saber tu historia si no te molesta, pude notar que tienes conocimientos sobre los Pokemon, ademas de un fuerte lazo con ellos, cosa digna de respeto.
Esperaba que fuera alguien amable, siempre me gustaba la opción de hacer amistad con una persona habil y con buena moral.
Sin duda alguna me preocupaba un poco lo rápido que estaban sucediendo las cosas en los últimos tiempos. Ahora Ana, esa chica tan rara, también tenía un pokémon. Y qué pokémon además… En fin, todo eso parecía demasiado obra del destino, las cosas que ocurrían, los encuentros, que ambos tuviéramos pokémon.
Cuando ese mesero nos dejó el mensaje empecé a presentir que probablemente fuera alguna otra cosa rara. Me estaba cansando un poco, quizá lo mejor era irme a descansar la cabeza y dejar que las cosas pasen pero… directamente cuando vi a Ana tan entusiasmada a mi lado no podía ser tan descortés. Teníamos que abrirla y enfrentar lo que tuviera que pasar.
Me acerqué un poco más a ella para que podamos leerla entre los dos y desdoblé la nota. Si algo tenía que suceder, que nos suceda a ambos, siempre es mejor enfrentar las cosas de a dos… o de a cuatro en ese extraño caso.
^^ Espero que todo esté bien, Ana, cualquier cosa me avisas. Me gusta mucho el RPG
Gracias a todos por recordarme :) Sólo tengo buenos recuerdos de ustedes y de este agradable lugar también.
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